En un gran número de ocasiones, acudimos a una entrevista como si fuéramos a un examen y respondemos a todas las preguntas pensando en si hemos acertado con las respuestas que hemos dado o no. Estamos tensos y, así, no hay espacio para la venta. La relación entrevistador-entrevistado se sitúa en un plano desigual.
Nos situamos en un plano inferior al entrevistador. Es debido a creemos que él tiene el poder… y sí, tiene el poder de escoger entre los candidatos. Pero nosotros tenemos la experiencia, competencias y los conocimientos que se requieren en la oferta… y no lo hemos de olvidar.
Acudir a la entrevista con una tensión no positiva y en situación de inferioridad, afecta a la consecución del puesto del trabajo. Y puede que sean grandes trabajadores para ese puesto pero la inseguridad les ha jugado una mala pasada.
Vamos, pues, a revisar cuál ha de ser la relación entrevistador-entrevistado.
La relación entrevistador-entrevistado, no puede ser, evidentemente, de igual a igual. Es lógico. Cuando nos invitan a la casa de alguien que no conocemos casi, nos comportamos diferente, no como somos. Tenemos que respetar las reglas del propietario y actuamos como invitados. En una entrevista pasa igual. Estamos en su despacho y ellos están evaluando quién es el candidato idóneo.
Y ya está. Nada más. Hay que respetar sus normas, pero tenemos mucho que ofrecer y no hay que olvidarlo.
Siempre pongo un ejemplo que, aunque con diferencias, se asemeja mucho a la situación. Imaginemos que no somos candidatos, sino un posible proveedor. Nos han llamado para que les hagamos una oferta y les ofrezcamos unos servicios detallados. Como nosotros, habrá 3 ó 4 proveedores más que están evaluando. ¿Qué hacemos como proveedores? Nos vendemos. Les ofrecemos los servicios que requieren, poniendo énfasis en la calidad, o en el precio o en un servicio diferenciado. Nos interesa y por eso los tratamos con respeto y consideración y les intentamos ofrecer lo mejor de nosotros. Pero estamos seguros de lo que vendemos. Cuando nos piden el precio, les damos uno porque lo tenemos y sabemos que está dentro del mercado, ya que antes hemos evaluado cuál sería nuestra política de precios en función de una serie de factores (precio del mercado, competencia, necesidades, inversión realizada en el producto, valoración subjetiva sobre el precio por parte del comprador…).
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